Tenéis permiso para llamarme pesada. Me estoy obsesionando demasiado con los abrigos pero es todo culpa del frío y es que con los grados bajo cero que estamos viviendo estos días son la única manera de llegar viva a casa.
Hoy os recomiendo los peludos, abrigos de pelo, tipo peluche… ¡como queráis llamarlos! El caso es que abrigan mucho (recordad que mi lema para este invierno es que “para presumir NO hay que sufrir”), combinan con cualquier estilo y aceptan todos los colores.
Los he visto en tonos básicos, negro y marrón; hasta más arriesgados para esta estación como el blanco y, por supuesto, en los magníficos pastel: rosa, crudo, blanco, gris… y no me puedo olvidar de los estampados, cebra, leopardo, etc.
Y como os decía antes, estos peludos admiten todos los estilos desde looks más arreglados con taconazos y pailletes hasta más casuales con deportivas, jeans y sudadera. Aquí tenéis ejemplos para que sepáis de lo que os hablo.
Vuelvo a los peluches, otro de sus pros que más me gusta es que tienen tanto éxito tanto con mangas como sin ellas y por eso, los chalecos de pelo también están triunfando. Lo bueno de los chalecos es que al combinarlo con distintos colores en chaquetas y jerséys, cambian por completo así que no te llegas a cansar o aburrir de ellos. Otro tema respecto a estos peluches es la procedencia de la piel; algunos optan por materiales auténticos y otras, como la que os escribe, por los sintéticos. No estoy a favor ni en contra de las pieles auténticas y lo cierto es que como todavía no me las puedo permitir, me posicionaré cuando sí pueda.
Es tan versátil que no hay ninguna pauta en cuanto a cómo combinarlo, eso sí, JAMÁS acompañarlo con un bolsito de pelo, es el colmo de lo hortera. Así que ya sabéis, haceros con un peludo, ponéroslo con lo que queráis y no paséis frío; ¿un ejemplo de lo que os digo? El de la blogger y modelo Miriam Pérez, 100% copiable para estas fechas.
¡Ah! Se me olvidaba, otra de mis debilidades en cuanto a estos abrigos es que son taaan suaves que en cuanto tengo uno cerca no puedo parar de acariciarlo, ¡es superior a mí!
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